1. Heidegger. Ser y tiempo
El ser es el tema central de la filosofía de Martin Heidegger (1889-1976). Máximo exponente del existencialismo cuyo cercano predecesor es Nietzsche, dimitió como rector de la universidad de Friburgo tras el auge del nacionalsocialismo. Veamos algunos conceptos básicos para entender su pensamiento.
Si de cada cosa existente ascendemos a su origen, en la causa inicial de toda existencia debe colocarse el "Ser". Esa fuerza del ser toma diversas formas al caer en el devenir del tiempo bajo el caparazón de sustancia, forma y función. Recordemos que todo lo que procede de algo ha de llevar consigo parte de ese "algo". Y cada cosa, como separada del ser, siempre será un ex-ser al que ha de añadirse "es" del existir. El nombre que le vamos a dar a este término será el de "ente" en referencia a entidad. Cada entidad o cosa se muestra como algo único e irrepetible pues no se dan dos cosas exactamente iguales; no hallaremos dos flores en la misma planta que sean totalmente iguales.
Es curioso, ahora, el significado de ex-ist-ente. Nos lleva a considerar que cada uno de nosotros es un ente o entidad cuya sustancia es el ser separado (ex-ist). Heidegger considera que la existencia es el fundamento del ente humano, al que llama Dasein. Siendo su cualidad destacada el "da" o apertura hacia el mundo físico, hacia la realidad que nos rodea. En esto reside nuestra condición de seres humanos "arrojados al mundo", según sus palabras.
Llama la atención considerar la existencia como el fundamento del ente humano. Sustancia es el sujeto de la existencia y ésta es una cualidad de las cosas (Kant). En un agujero negro tenemos sustancias -partículas- sin cambio aparente, lo que las priva de la metamorfosis del tiempo. En cambio, en el ser separado se vuelve imprescindible la existencia. Sin existir en el tiempo, el ser no estaría escindido del origen.
Otro concepto básico en referencia al espacio y el tiempo nos recuerda a Kant. No sabemos cómo son las cosas realmente, pues nuestros sentidos tienen un rango limitado de percepción. Nos superan el olfato de un perro, la vista de un águila o el reto de las dimensiones astronómicas y subatómicas. Por tanto, sólo sabemos cómo percibimos el mundo. A esto lo llamamos fenómeno o representación de las cosas. Al conjunto de representaciones mentales, lo llama Heidegger mundaneidad o "Ahí", en contraposición al "Allí" del mundo físico.
En este Dasein o ente humano cuyo ser es un ex-ser, confluyen dos realidades: las estructuras relativas a la representación del mundo en nuestra mente y las huellas del ser en dicho ente. O sea, olvidémonos del mundo físico, puesto que lo hemos interiorizado a través de las vivencias de lo externo, y vamos a centrarnos en la constitución de nuestro ente humano. ¿Qué somos en cuanto a seres envueltos en el devenir? "El ente será interrogado respecto de su ser... este ente que somos, en cada caso, nosotros mismos" (Heidegger: Ser y tiempo Proemio 2). El resto de esta deliciosa "novela" metafísica, Ser y tiempo, interroga al ser "caído" en el tiempo que somos nosotros.
A) Estructuras existenciales en el Dasein.
1. Estar-en-el-mundo quiere decir estar envuelto en algo más grande, y abierto a conocer a otros entes que nos ayudan a interpretar el mundo ontológico, no físico. Comprendemos a través de la curiosidad y del razonamiento lógico al estar-ahí en-el-mundo. Este conocer cuando se vuelve hacia el lugar en el que habita el ser del Dasein, el "Aquí", lo considera poetizar o estar-en-sí.
2. "La condición respectiva". Hace referencia al entorno, coyuntura, situación o condicionamiento social propio de nuestra especie o entes humanos. El lenguaje, el comprender, razonar, el ocuparse de lo inmediato o estar-a-la-mano puede enajenar al Dasein subyugándolo a los sentidos.
3. "La disposición afectiva". Incluye el campo de las emociones, los deseos y valores. El Dasein no vive el tiempo físico de la cotidianeidad, sino sus estados afectivos de separación y vuelta al ser. Coincide con lo cotidiano en el "Ahí" y con el ser en el "Aquí". El Dasein vive el sentirse arrojado-al-mundo como una caída progresiva en la que cada vez se extraña más a sí mismo. "La caída" pertenece a la disposición afectiva. Es una estructura constitutiva existencial. El Dasein es arrojado del "Aquí" y cae porque le va estar-en-el-mundo. Su caída no obedece a una causa externa, el Dasein cae porque está dispuesto así por naturaleza. Es un fundamento de la existencia, el separarse cada vez más del ser. Cae en el torbellino de las cosas, en la vorágine del tiempo, en el despeñamiento de sí-mismo, se precipita hacia la alienación.
B) Los constitutivos esenciales del Dasein.
Los relativos al estar-en-sí o ensimismado: el Cuidado, la llamada de la conciencia, el poetizar o intuir. El ser-separado del Dasein es Cuidado en lo que hacemos, el amor, la belleza, la felicidad que ponemos en las cosas. El "anticiparse" es un ocuparse de sí-mismo; trata de retornar al ser desde la cotidianeidad. La "subida", en oposición a "la caída" es un discurrir del "Ahí" hacia el "Aquí". Y el motor de estos elementos esenciales del Dasein es la conciencia o volverse hacia el-en-sí. Llama desde el cuidado a retornar al ser, a sentir el ser separado poetizando mediante la intuición.
Nuestra historia del Dasein consiste en conocer tanto las estructuras existenciales o temporales como las propias del ser; y complementarlas bajo el sentido que proporciona el ser separado. Observar la llamada, sentir agradecimiento, la admiración genuina de los griegos, su capacidad de ver la belleza en los existenciales, sentir el Cuidado, aprender a volverse al sí-mismo en el "Aquí" o ensimismamiento y ser-cada vez-más-mío. Que en boca de Nietzsche es empoderamiento, acrecentamiento en la Voluntad de poder.
En conclusión. Esta admirable construcción analítica en busca del ser escondido acaba en añoranza por la venida del ser. Ser y tiempo, cuya misión es solo pensar en el ser, viene a anticipar lo que debe ser pensado y a crear una disposición hacia el pensar poético, que permita intuir y vivir el ser como una evidencia.
Para nosotros los hombres de hoy "es demasiado grande la grandeza de lo que hay que pensar. Quizás la respuesta del pensamiento sea el silencio... Este desarraigo (de la metafísica del ser) es el final (de la filosofía), si otra vez no consiguen alzarse el pensar y el poetizar (sobre el dominio del pensamiento científico). Solo Dios puede salvarnos. Nuestra única posibilidad es preparar pensando y poetizando la aparición de Dios... o de morir frente a un Dios ausente. Llegamos demasiado tarde para los dioses (la experiencia del ser en los misterios griegos) y demasiado pronto para el Ser, cuyo poema empezado es el hombre" (Entrevista en Der Spiegel el 23 en septiembre de 1966 en ¿Qué es filosofía?)
Así, el ser se reconoce como un misterio incomprensible. El "Aquí" se convierte en el lugar que habita el Dasein, o bien, como un claro del bosque para el viajero. El hombre es el pastor del ser que semeja la luz de un faro para el navegante y sugiere un dejarse llevar a buen puerto gracias a la contemplación. Es el pensamiento del último Heidegger, el de la razón poética. continuar en pág. sig.